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Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 09.09.2014

Hace ya muchos años que se sabe que las dinámicas que existen en los equipos pueden agruparse en dos grandes categorías. Conocer en qué consisten y cómo interactúan y, sobre todo, aprender a gestionarlas, es una de las primeras competencias que deben poseer los directivos. Hoy que tanto se habla de saber dirigir, de liderazgo y de mil términos afines, a menudo se olvida que los grupos giran constantemente en torno un juego de tronos y alianzas.

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Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba / 04.09.2014

De todas las experiencias que vive un ser humano algunas de ellas se sitúan en un papel más central con respecto a su narrativa vital y a su identidad, mientras que otras resultan más periféricas y por tanto menos importantes. Contrariamente a lo que podría desvelar la mera observación accidental, el turismo es una de las experiencias relevantes de la vida y un interesante tema de reflexión sobre la persona.

Buscamos en nuestra vida aquellas experiencias que encajan con nuestra biografía y que por tanto nos dan identidad, y rechazamos las que no son coherentes con nuestro argumento vital. Este hecho está relacionado con el sentido que para uno tiene la vida, y explica porqué consumimos algunos productos y servicios y no otros, a veces por encima de su funcionalidad e incluso por encima de su precio. Por su propia naturaleza, el turismo es una de las experiencias que contribuye de forma importante a dar sentido a la experiencia vital, más allá de la mera búsqueda del descanso o del disfrute, y desde luego más allá de la simple curiosidad por conocer otros lugares.

Así por ejemplo, quienes hacen turismo rural seguramente demandan un contacto más directo con la naturaleza, deseando encontrar paisajes y productos de la tierra que les despierten sensaciones naturales y de conexión con el entorno. Los que practican turismo de mochila quieren despojarse de lo superfluo para experimentar la vida a flor de piel, rechazando todo artificio y complejidad. Quienes visitan museos buscan conexión con los grandes talentos, con la expresión máxima de la creatividad y el genio del ser humano. Los amantes de la aventura y el turismo extremo buscan una experiencia en la que trascender lo que habitualmente son para superarse a sí mismos y ampliar las fronteras de sus capacidades. Incluso el consumo del clásico turismo de toalla en el balcón, en el que el descanso parece ser el eje fundamental, buscan escapar de un día a día que perciben como agotador y estresante, implícitamente manifestando así su disconformidad con esa forma de vivir la vida.

En todas esas experiencias, como se ha escrito, lo esencial es la vivencia de autenticidad: auténticos son los paisajes y los productos de la tierra que a los amantes del turismo rural les gusta encontrar; auténtico es el percibirse a si mismo caminando con un una mochila que porta solo lo imprescindible por todo equipaje; auténticas son las obras de arte que se encuentran en los museos, y por eso se visitan, en lugar de contemplar copias o fotografías; autenticidad es lo que persiguen los amantes del turismo extremo y de aventura intentando encontrarse y superarse a sí mismos; y descanso auténtico, sin preocupaciones ni llamadas intempestivas, sin plazos ni limitaciones, es lo que persiguen los fans del turismo de sol y playa, para quienes ese tipo de vacaciones es un contundente manifiesto sobre lo que debería ser la verdadera y buena vida.

Todas las experiencias turísticas buscan autenticidad, por oposición a lo impuesto y a la impostura, al artificio y a la superficialidad, y a todo lo que no representa al ser humano en su versión más pura. Por eso la clásica pregunta «¿playa o montaña?» no es ni mucho menos trivial. Y por eso es positivo pensar qué tipo de autenticidad buscamos durante las vacaciones. Y, si la hemos encontrado, luchar por no olvidarla durante los meses que nos separan del siguiente periodo de descanso, porque puede que en ella se encuentre parte del sentido que para nosotros tiene vivir. De hecho, no sería la primera vez que alguien acaba convirtiendo su afición vacacional en una forma de ganarse la vida.

Artículo originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com

Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 26.08.2014

Los demás están por todas partes: son nuestros jefes, los compañeros de equipo, nuestros proveedores, los accionistas y nuestros clientes. Estamos rodeados de otras cabezas y de otros corazones que suman en lugar de restar. Aunque, visto con la adecuada perspectiva, ese proceso dista mucho de ser automático. Conocer a los otros y tener en cuenta lo que piensan y sienten, sus ilusiones y frustraciones, sus batallas y alianzas, sus pérdidas y triunfos, es una muestra inequívoca de altura profesional.

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Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 29.07.2014

Dicen que dijo Cicerón que el buen orador es simplemente un actor al que se conoce con otro nombre. La ingente proliferación de programas de formación empresarial destinados a incrementar las capacidades comunicativas de los directivos muestra el fracaso rotundo de la tecnología en la creación de mensajes de impacto. Hemos aprendido que ninguna presentación con diapositivas sustituirá nunca a la capacidad de emocionar y conmover que tienen los grandes oradores.

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Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 15.07.2014

Una de las cualidades que distingue a los profesionales altamente cualificados es una habilidad llamada agilidad emocional. La vida está hecha de altibajos, y por tanto las malas noticias, los problemas, las crisis y demás primos conceptuales están constantemente a nuestro alrededor. Por ello es más bien obvio que experimentaremos emociones negativas. La cuestión, y aquello en lo que se diferencian los profesionales excelentes, está en salir de ellas cuanto antes.

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Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba / 08.07.2014

Cada vez son más frecuentes las reflexiones y los estudios sobre las personas que han logrado grandes cosas en la vida. Y estamos acostumbrados a que nos hablen de su talento y de su creatividad, de su capacidad de liderazgo o de su magnetismo personal. Pocas veces oímos hablar de la suerte como ingrediente del éxito. Sobre todo de ese tipo de suerte que se fabrica, y que está hecha de perseverancia, de resiliencia o de fuerza de voluntad y, por encima de todo, de nuestra capacidad de imaginar proyectos extraordinarios.   

Cualquier actividad requiere una planificación, porque los seres humanos vivimos fundamentalmente en el espacio de nuestras representaciones mentales, que se anticipan a todo lo que hacemos, da igual si se trata de preparar una taza de café o de acometer un proyecto para la creación de un puente. Y el camino hacia el logro de grandes objetivos arranca precisamente ahí, en el momento en el que nos fijamos lo que perseguimos. Hay personas cuya vida transcurre en proyectos del tipo preparar una taza de café, mientras que otros intentan construir puentes. Y hay quien sueña con volar por el espacio. 

Hay una historia antigua acerca de un hombre que paseaba por un lugar donde tres pintores estaban trabajando en la restauración de un templo. Les preguntó por su cometido, y las respuestas que dieron fueron muy diferentes: el primero dijo que su labor era pintar paredes, y el segundo que estaban allí con el fin de ganar algo de dinero para llevar a sus casas. La respuesta del tercer pintor, sin embargo, fue muy diferente: “estamos aquí para dar color a la casa de Dios”, dijo. No cabe duda de que este pintor era el que más motivado estaba, y con toda seguridad el que mostraba un mayor nivel de ejecución, solo por el hecho de que se sentía parte de algo extraordinario 

La mayoría de nuestros días habitamos en los cómos, y no en los porqués. Dedicamos tiempo y esfuerzo a ser más eficientes y eficaces en nuestras tareas, pero en ocasiones perdemos la perspectiva sobre los motivos por los que hacemos nuestro trabajo. Y la ciencia nos dice que pensar porqué hacemos lo que hacemos conduce nuestra mente hacia un nivel de pensamiento más alto, ese que nos puede llevar hacia el futuro donde se encuentran los grandes logros. La única misión de una taza de café es satisfacer a quien la toma, y como mucho proporcionar algo de energía. Sin embargo, un puente es una construcción magnífica, cuyo cometido es servir de vía de comunicación para conectar ciudades y países, y en definitiva personas. Y, desde luego, hoy existen los transbordadores espaciales porque en su día hubo alguien los imaginó. 

Muchos primates, incluso los grandes simios, carecen de la posibilidad de imaginar lo que va a ocurrir más allá de veinte minutos hacia el futuro. El ser humano es el único que puede ver su mañana, su pasado mañanay, prácticamente, imaginar el rumbo que, previsiblemente,recorrerá su vida entera.De todos los proyectos que una persona puede emprender, con toda seguridad los que cubren un itinerario amplio dentro de esa vida son los que le pueden proporcionar un verdadero sentido. 

No perdamos la oportunidad de participar en proyectos de gran envergadura. O, lo que a veces es lo mismo, no perdamos la oportunidad de buscar el motivo y el significado último de lo que hacemos. Porque,en definitiva, la construcción de sentido es lo que guía la vida de los seres humanos. En la medida en que conectamos nuestro desempeño con las grandes preguntas que nos hacemos sobre la vida, con el por qué, para qué, o para quién hacemos las cosas, podemos sentirnos parte de proyectos extraordinarios, como el tercero de los pintores que restauraba el templo. Las empresas, al fin y al cabo, existen para generar verdadero valor y entregarlo al cliente. Capturando una parte de él, pero cediendo el resto a las personas, a las regiones y, en último término, al mundo entero, para transformarlo convirtiéndolo en un lugar mejor para vivir. Ese espíritu es el que suele figurar en las declaraciones de misión y visión, en los mensajes que las compañías dirigen a la sociedad y, por supuesto, el que deberíamos tener presente en nuestro día a día.

Artículo originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com

Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 01.07.2014

En los dibujos animados antiguos a veces un personaje se ponía a pensar sobre algo dando vueltas por su habitación, y de tanto caminar acababa creando un surco en el suelo. Por extraño que parezca, algo parecido nos pasa a nosotros cuando rumiamos improductivamente nuestras preocupaciones: que acabamos creando conexiones en nuestra mente de las que luego es difícil librarse.

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Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 24.06.2014

 

Desde hace tiempo sabemos que cuando el ser humano recuerda un episodio de su vida el funcionamiento del cerebro sigue un patrón bastante similar a cuando esa persona vivió realmente la situación. Por raro que parezca, da la sensación de que nuestras neuronas no parecen distinguir demasiado entre una vivencia y su recuerdo. Y uno de los aspectos más interesantes de este hecho tiene que ver con nuestra capacidad de autogestión emocional, en concreto con esas emociones que son como muertos vivientes.

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Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 17.06.2014

Los seres humanos tenemos dos características que impactan constantemente en todo lo que hacemos profesional y personalmente, de las que apenas somos conscientes y que, sin embargo, tienen un impacto altamente significativo en nuestra vida. La primera, que no podemos evitar ser conscientes: no podemos apagar y encender la conciencia, salvo cuando dormimos. La segunda, que nos creemos lo que pensamos, y tomamos por realidad lo que no son sino representaciones mentales, en ocasiones ciertas pero muchas veces erradas.

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Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 12.06.2014

Hoy se habla mucho de la gente tóxica: esas personas que nos llenan de preocupaciones y ansiedad y que, en ocasiones, tienen el poder de mermar nuestra productividad. Por mucho que a veces pensemos que es un perfil endémico de nuestra organización, lo cierto es que se encuentra en casi todas partes. Y quizá lo más peligroso no es en sí su capacidad de envenenar a otras personas, sino que su modo de obrar, como todas las conductas, puede imitarse y propagarse a través de las conexiones sociales.

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