Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 02.03.2014

Tendemos a pensar que los artistas son caóticos e indisciplinados, y que trabajan únicamente a golpe de inspiración, cuando esta les visita. Que pueden pasar días y días sin producir nada, pero que de repente pueden encadenar varias noches seguidas sin dormir creando ininterrumpidamente. Pero en general, y salvo excepciones, la realidad dista mucho de esa romántica descripción.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 22.02.2014

La inspiración se encuentra visitando otros mundos, sin duda. Durante el Quattrocento se produjo la más fabulosa manifestación de genio creativo, y por tanto de inspiración, que ha visto la historia. Tanto que es la única expresión de belleza conocida que es capaz de causar una afección psicopatológica: el sorprendente Síndrome de Stendhal.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

El Economista, Jesus Alcoba / 18.02.2014

La inspiración es lo que hace que los artistas en particular, y el ser humano en general, produzcan de manera natural, sin aparente esfuerzo. Aún no sabemos demasiado sobre la inspiración, quizá porque tampoco nos hemos dedicado a estudiar este fenómeno a fondo. Hemos estudiado mucho (aunque nunca suficiente) el proceso de la innovación, algo menos (sin duda poco) la creatividad, y prácticamente nada el intrigante mecanismo que hace saltar la chispa de la inspiración.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

El Economista, Jesus Alcoba / 11.02.2014

El número de mensajes que recibimos al día es apabullante. Según un estudio, unos diez mil. En forma de anuncios en la televisión, vallas publicitarias, marcas adheridas a los objetos, correos electrónicos, mensajes de texto, y un sinfín de tipos más.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

El Economista, Jesus Alcoba / 02.02.2014

Hay veces que no estamos a lo que estamos. Porque, digan lo que digan, el ser humano no tiene la capacidad de realizar dos tareas al mismo tiempo, sea cual sea su género. Y casi siempre que lo intenta, una de las dos, o las dos, tienden a salir mal. Fundamentalmente porque se fuerza a la conciencia a reenfocarse continuamente cada vez que va y viene de lo que estamos haciendo.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

El Economista, Jesus Alcoba / 25.01.2014

Resulta muy interesante cómo a veces utilizamos distracciones para realizar tareas en las que en realidad deberíamos concentrarnos. Por ejemplo, hay muchas personas que van al gimnasio aún sin gustarles la práctica deportiva porque sienten que lo necesitan, o que es bueno para su salud. En estos casos es necesaria una dosis extra de fuerza de voluntad para implicarse en los ejercicios, porque cuestan un esfuerzo que nuestro cuerpo no comprende bien debido a que sus beneficios son a largo plazo.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

El Economista, Jesus Alcoba / 23.01.2014

Con el tiempo hemos ido creando un mundo en el cual huimos del aburrimiento como si fuera un virus. Nos duchamos con la radio encendida, desayunamos consultando la tablet, conducimos escuchando las noticias, trabajamos mientras seguimos en paralelo nuestra vida personal con el smartphone, y salimos a correr al ritmo de nuestra playlist favorita. Ni siquiera la televisión, que es en sí un artilugio destinado a generar entretenimiento, está a salvo de nuestra infidelidad respecto a otros dispositivos, que nos ayudan a superar los espacios de publicidad o los programas más aburridos.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

El Economista, Jesus Alcoba / 04.01.2014

Los propósitos de año nuevo son un objeto de investigación tan original como interesante. Por ejemplo, es ciertamente sugerente que, aunque rara vez se cumplen, año tras año volvamos a formularlos como si realmente fueran funcionales. Un estudio se centró precisamente en este tema, y lo que sus autores encontraron es que mientras que al cabo de una semana tres cuartas partes de las personas lograban lo que se habían propuesto, solamente una de cada cinco mantenía el éxito dos años después. Lo más sorprendente fue que más de la mitad de las personas que no habían logrado su propósito volvían a escoger exactamente el mismo objetivo dos años después.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

El Economista, Jesus Alcoba / 27.12.2013

Es ciertamente misterioso que nuestros planes de cambio personal fracasen tantas veces. Nos proponemos las cosas una y otra vez, y con demasiada frecuencia vemos como nuestros deseos de cambiar se estrellan contra el muro invisible que forma la terrible inercia de nuestro comportamiento habitual. Y aunque sabemos bastante sobre la forma en la que está hecho el cerebro como para ser precavidos, y comprendemos que el cambio no ocurrirá de modo fácil o automático, aun así a veces las cosas no funcionan.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>