Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, El Economista, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 18.10.2017

Resulta abrumadora la cantidad de tinta que se ha vertido sobre la innovación. Comparativamente, se ha escrito mucho menos sobre la creatividad, una competencia que, sin embargo, es esencial para aquella. Aunque, realmente, el fenómeno sobre el que, inexplicablemente, apenas hay literatura, es la inspiración. Un hecho ciertamente sorprendente, porque vivimos en una época en la que todo el mundo parece necesitarla y buscarla.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 13.09.2017

Por diferentes razones, la educación se ha puesto de moda. O mejor dicho, se ha puesto de moda hablar sobre ella. Y muchas de las voces que se oyen, a veces incluso por encima de otras más solventes, no son sino opiniones poco fundamentadas. Uno de los peligros de las redes sociales es confundir opinión con criterio. Opinión tenemos todos, como todos tenemos nariz. Otro asunto más complicado es tener criterio. Aquí van algunas reflexiones a medio camino entre ambos extremos.

Sigue leyendo en el Huffington Post —>>>>

Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 26.07.2017

Tras años de cultura de la innovación sigue sorprendiendo por qué tan a menudo este término continúa sobresaliendo por encima de aquel que le infunde valor, que es la creatividad. Una de las maneras más sencillas de contemplar el ciclo de la innovación es el que contempla solo tres pasos: la generación de una idea, que a continuación es convertida en valor para el cliente, que a su vez es finalmente transformado en un resultado económico positivo. La literatura empresarial ha generado gran cantidad de material sobre los dos últimos pasos, pero no tanto sobre el primero.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 19.07.2017

Hemos vivido siglos impresionados por genios creativos que, en el arte, en la ciencia y en la tecnología, han realizado propuestas nuevas y originales haciendo evolucionar la cultura y la sociedad. Y hemos estudiado durante décadas a esos personajes, intentando desentrañar el origen de su genio, para conocerlo mejor y también para poder aprender de ellos. Sin embargo, la fascinación del ser humano por el talento innato ha empañado siempre una verdad tan obvia como inconveniente, y es que la creatividad no es un talento ni una habilidad, y desde luego no es un rasgo de la personalidad: es simplemente una competencia que se desarrolla con la práctica. 

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 05.07.2017

En los años 80 un polifacético profesional recogió en una lista nada menos que 50 frases que había oído aquí y allá, cuyo denominador común es que tienen el efecto de aniquilar la creatividad. Quizá su mayor atractivo radica en que no son sentencias nuevas ni originales, sino que más bien son frases que cualquier profesional ha oído en reuniones de todo tipo, particularmente en aquellas en las que se intenta promover la génesis de nuevas ideas. De manera nada sorprendente, uno de los mayores frenos a la creatividad somos nosotros mismos.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 14.06.2017

Décadas hablando de creatividad, y últimamente de innovación, y sigue sorprendiendo la frecuencia con la que este término se mezcla, confunde o contamina con otros que, aún formando parte de su constelación de significados, son diferentes. Ni la creatividad se circunscribe únicamente al mundo del arte, ni tiene necesariamente que ver con la expresión emocional o con la necesidad de manifestar el mundo interior de las personas. La creatividad, por otro lado, tampoco es un universo oculto ni misterioso.

Sigue leyendo en El Economista —>>>>

Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, Huffington Post, Inspiración, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 31.05.2017

Parece ser que las ovejas negras eran menos apreciadas que las blancas debido a que su lana era peor valorada en el mercado. Y quizá ahí comenzara esa tendencia desgraciadamente tan humana a despreciar al que es diferente. Una inclinación quizá más frecuente hoy en día, cuando la propensión a confiar en la sabiduría colectiva, en forma de opiniones mayoritarias en las redes sociales, parece ser la base de cualquier decisión individual.

Sigue leyendo en el Huffington Post —>>>>

Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 29.03.2017

Es imposible no reconocer el embrujo que ejerce sobre nosotros lo nuevo, lo original. Las huellas de la fascinación por ese tipo de genio que es capaz de hacer lo que nadie espera se hunden más allá de donde la memoria de la humanidad alcanza. Sea en la literatura, en la exploración espacial o en los videojuegos, a las personas nos magnetiza lo nuevo, lo diferente, lo que se sale del guión. Y hoy eso es sinónimo de vender más y de vender mejor. La pregunta que surge entonces es cómo fomentar la aparición de nuevas ideas en una organización, si todos los esfuerzos se centran en seguir una estrategia predefinida. En plena fiebre de los post-its urge preguntarse cómo resolver esta inquietante paradoja.

Tal vez estemos ante un nuevo paradigma. Las mismas empresas que a finales del siglo pasado adoraban la filosofía del sagrado pensamiento estratégico, hoy enfrentan una realidad ineludible, y es que han de animar la ideación disruptiva. Hoy la agilidad de los procesos de manufactura y, sobre todo, la existencia de productos y servicios digitales, hacen que sea muy posible lanzar algo nuevo en un tiempo cada vez menor. En el fondo, lo único que ha hecho la cultura de la innovación es poner de manifiesto el hambre de lo original que siempre ha existido en el alma de las personas. Lo que antes ocurría era que no existía la capacidad de satisfacerlo. Por eso cualquier empresa, en cualquier sector, y sean quienes sean sus clientes, debe innovar. Aunque solo sea porque su competidor más directo sí lo hace.

Sin embargo, aquí aparece una contradicción difícil de resolver, y es que las organizaciones han alcanzado la excelencia fundamentalmente a base de crear entornos predecibles. De hecho, la capacidad de pronosticar la eficiencia y la eficacia de un proceso es precisamente uno de los atributos de la ya anciana cultura de la calidad. Es una verdad obvia que lo previsible y lo imprevisto responden a procesos mentales diferentes, tanto que son opuestos. Así que la pregunta es cómo vamos a hacer para que a los profesionales dentro de una organización se les ocurran ideas divergentes, si están invirtiendo el total de sus jornadas en ejecutar la estrategia con la mínima desviación posible. Muchos de estos profesionales se enfrentan hoy ante un post-it vacío en una sesión de design-thinking con la clara y frustrante sensación de que ni les contrataron para tener ideas, ni saben cómo hacerlo.

Antes esta paradoja se resolvía de una manera muy simple, porque la creatividad estaba confinada a los departamentos de marketing. Es decir, se permitía que unos pocos miembros de la organización, recluidos en un departamento con reglas diferentes, se soltaran la melena y dibujaran planteamientos nuevos. Pero ese permiso estaba escrito en sus funciones, y así quedaba claro que el resto de la organización no debía verse contaminado por el virus de la originalidad.

Pero hoy esto no es posible, porque nunca se sabe dónde van a surgir las buenas ideas. Así que vamos a tener que empezar a pensar seriamente en sacar a pasear al viejo y trasnochado inconformismo, ese que nos hemos pasado décadas intentando arrinconar y debilitar, para que nos ayude a rellenar nuestros post-its. Y, más allá de eso, tendremos que enseñar a la sagrada estrategia a dialogar con él.

 

Originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com

Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 15.11.2016

La alargada sombra de la Revolución Industrial extendió su efecto hasta bien entrado el siglo XX, mientras reinaba la economía de los productos, basada en el paradigma de la profesionalización especializada y en los procesos fabriles. Como consecuencia, apareció la etiqueta made in seguida del país de origen en cada bien que se introducía en el mercado, como una forma de diferenciar los buenos productos. Con el cambio de siglo el panorama ha cambiado sustancialmente.

Hace casi dos décadas que abandonamos el siglo XX, y la transformación que han sufrido los mercados tras el arranque del siglo XXI ha sido de proporciones extraordinarias. El vértigo introducido por la digitalización y la revolución copernicana que ha generado la cultura centrada en el cliente han redibujado todos los mapas. Hoy día la manufactura como proceso clave del mercado y la cultura de la calidad como garantía de bondad de un producto han dado paso a un escenario muy distinto, en el que el made in es cada vez menos importante.

Gracias a la globalización hoy día se fabrica en prácticamente cualquier lugar del mundo, porque prácticamente en cualquier lugar del mundo se puede disponer de mano de obra bien entrenada y de máquinas eficientes. La fabricación y la calidad se han comoditizado y hoy lo que realmente es importante es quién es el autor de una idea. Empresas como Apple hoy escriben en sus dispositivos no solo dónde están fabricados, sino dónde están diseñados. Hemos pasado del made in al designed by.

En un contexto donde la innovación es un valor ya irrenunciable sin el cual no se puede competir en el mercado, la importancia de las buenas y nuevas ideas es mayor que nunca. El diseño, no solo como una manera de crear belleza sino, sobre todo, como dinamismo que aúna lo artístico con lo funcional, se revela como pieza clave en la generación de nuevos procesos, productos y, sobre todo, servicios.

Y aún veremos más. Hoy día se repite el mantra del design thinking en muchas empresas, pero lo que en la mayoría de los casos significa este término es simplemente una metodología empaquetada que, a través de pasos guiados y con muchos post-its, intenta arrancar procesos de ideación en los miembros de un equipo, a veces con más fortuna que otras. Aún queda mucho por hacer hasta que realmente esa expresión, design thinking, pueda traducirse literalmente y se consiga que más y más personas tengan mente de diseñador.  Porque los diseñadores no necesitan, nunca han necesitado, ni canvas ni post-its para alumbrar sus creaciones. Simplemente un lápiz y, por encima de todo, una manera de pensar abierta y diferente. Por eso la era del designed by no ha hecho más que empezar: la era del nuevo talento.

Originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com

Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 03.08.2016

La capacidad de ver lo que otros no ven es una cualidad tan escasa como necesaria, que sorprendentemente no aparece en ningún informe de competencias imprescindibles para el futuro. Es un hecho cierto que no sostenemos sino miradas parciales sobre la realidad, y que cada vez que miramos a nuestro alrededor teñimos todo de nuestros propios mapas conceptuales, de nuestra biografía y subjetividad. En lo que a menudo no reparamos es que algunas de esas subjetividades son las que hacen avanzar el mundo.

Es imposible ponernos de acuerdo siquiera sobre episodios históricos recientes o fenómenos socioeconómicos contemporáneos, porque en cada opinión hay más de nosotros mismos que de la realidad que pretendemos analizar. Por eso votamos a distintos programas políticos, decoramos nuestro espacio de trabajo de manera diferente y vestimos de manera distinta. Y por eso también existen los conflictos, porque cuando una de esas opiniones choca con otra que es diametralmente opuesta, y además hay una carga emocional implicada, aparece un abismo de desencuentro.

Es cierto que no hay una única verdad, y que cada uno no mantiene sino una mirada parcial y propia. Sin embargo, no todas esas miradas tienen exactamente la misma trascendencia. En algunos casos, los ojos del que mira conectan ideas o encuentran diamantes en bruto que otros simplemente no ven, por mucho que estén mirando en la dirección correcta. Al igual que la fotografía no se basa en la perfección tecnológica de una cámara, ni el diseño es fruto de la evolución de los microprocesadores, la creatividad y la innovación no son, de manera fundamental, el resultado de un proceso sistemático sino, sobre todo, de una manera de mirar.

Hay quien ha empujado sus barcos hacia la incertidumbre del horizonte persuadido de que más allá de lo que sus ojos podían ver había territorios por explorar, quien se ha empeñado en que un invento, suyo o ajeno, revolucionaría el mundo, y quien se ha desgastado durante años frente al microscopio buscando un virus, una bacteria, o una vacuna. Todos ellos han sido personas que miraban la realidad de modo alternativo y que veían lo que otros no vemos.

En un mundo caracterizado por la ubicuidad de los algoritmos de recomendación es crucial estimar si esos complejos cálculos que se realizan sobre las preferencias futuras de un consumidor no estarán generando una regresión al infinito que acabe por extinguir el pensamiento divergente. Es verdad que a cualquiera le agrada la oportunidad de saber más sobre lo que ya sabe, probar más de lo que le gusta y sentir más emociones con las que conecta. Sin embargo, el mundo en el que una persona vive, aún subjetivo, puede verse sensiblemente reducido si resbala constantemente por un embudo de recomendaciones sobre recomendaciones. En ese contexto no sería imposible que, con el tiempo, nadie viera ya lo que los demás no ven. Y eso sí que sería un problema de considerables proporciones.

Originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com