Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Dirigentes, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 17.04.2019

Somos animales. Y tenemos poco de racionales. Quizá cada vez menos. Pese a lo que digamos a otros o nos digamos a nosotros mismos. Nadie admitiría que es víctima de una adicción a su teléfono móvil y, sin embargo, cada vez tenemos más datos que nos muestran, con claridad rotunda y meridiana, que nosotros, la criatura teóricamente suprema de la creación, estamos siendo controlados por esta miniaturizada tecnología que, por otro lado, resulta tan conveniente y versátil.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 22.08.2018

La falta de tiempo se está convirtiendo en un signo de nuestros días, un lugar común en el que todos parecemos estar saltando de reunión en reunión, o sepultados por avalanchas de correos electrónicos, o bien importunados –también profesionalmente- por usuarios y grupos de Whatsapp que, como moscardones, no paran de zumbar en nuestros oídos. Así que nos falta tiempo para todo.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 02.05.2018

Ni es cierto que utilicemos solo el 10% de nuestro cerebro, ni tenemos que beber dos litros de agua al día, ni el pelo crece más fuerte porque nos afeitemos. Son mitos que nacieron quien sabe dónde y que se han extendido sin control a lo largo y ancho del planeta. Tampoco es verdad que en 21 días se pueda generar un hábito.

En 1960 un cirujano plástico norteamericano escribió un libro en el que afirmaba que el tiempo que pasa hasta que una persona comienza a acostumbrarse a su nuevo aspecto tras una intervención, y también el tiempo que transcurre hasta que se dejan de sentir sensaciones de un miembro amputado, es aproximadamente de 21 días. En conclusión, según Maltz, se requieren 21 días para producir un cambio mental. Que se sepa, no hizo ningún estudio para demostrarlo, ni se basó en otra evidencia más allá de sus propios pacientes. Y así fue como, él solito, dio origen a la leyenda.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Huffington Post, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 01.09.2016

Es algo que nos pasa a todos, no te preocupes: tenemos 20 pares de zapatos pero solo usamos unos pocos, guardamos docenas de corbatas aunque siempre nos pongamos la misma y, aunque hay disponibles cientos de emoticonos, la mayoría de nuestros mensajes contienen los mismos.

Quizá recuerdes la historia viral de Dale Irby, un profesor de Texas que posó con la misma ropa para el anuario de su colegio durante 40 años seguidos. Con independencia de los motivos que le llevaron a hacerlo, lo cierto es que tomar decisiones es algo que nos cuesta.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, El Economista, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 07.06.2016

Los seres humanos tenemos la capacidad de soñar. Soñamos un futuro mejor para nosotros, para las empresas en las que trabajamos y para nuestras familias. Mientras que es muy evidente el valor de supervivencia que tiene para el ser humano ser capaz de prever lo que va a ocurrir en el futuro inmediato, resulta menos obvio explicar el motivo de su capacidad para imaginar un mejor porvenir. Y lo que para algunas personas parece permanecer en una constante zona de sombra es el invisible hilo que une el presente con ese futuro mejor.

Que el logro de grandes objetivos es algo que no ocurre de la noche a la mañana es un hecho tan obvio como a menudo olvidado. A menudo expresamos lo que nos gustaría que ocurriera en términos profesionales, personales o familiares. Desearíamos acaso un trabajo que nos llenara más, sufrir menos las dentelladas del estrés o ser capaces de conciliar más nuestro desempeño laboral con la vida en nuestro hogar. Sin embargo, ninguna de esas situaciones ocurrirá si no incorporamos a nuestra vida de manera práctica un hecho simple pero importante, y es que a diario debemos agregar algo, aunque sea poco, a ese objetivo que pretendemos lograr.

Con el logro de objetivos importantes ocurre que, estén lo lejos que estén, mientras que cada día avancemos un poco más, todo va bien. Lo que verdaderamente dificulta que logremos lo que queremos es estar siempre en el mismo sitio, tan solo expresando un deseo o entreteniéndonos en la simple ensoñación de uno de esos futuros en los que nos gusta vernos.

Por eso una de las preguntas más importantes que nos podemos hacer es esta: ¿qué he hecho hoy que me ayude a estar donde quiero estar mañana? Si la respuesta es nada, aun así no tiene por qué ser grave. Pero si día a día nos hacemos la misma pregunta y la respuesta es invariablemente la misma, inevitablemente podremos concluir que jamás lograremos lo que nos proponemos. Porque nada verdaderamente importante ocurre de repente. Más bien la consecución de metas realmente relevantes depende de la suma de cientos, a veces miles, de acciones cuya contribución individual, en ocasiones modesta, genera finalmente una onda expansiva que logra catapultar a la persona hacia ese mejor porvenir que busca.

De ahí que habilidades como la construcción de hábitos o valores como la constancia sean determinantes en el éxito. Si es cierto que todos los grandes viajes comienzan con un primer paso, no es menos verdadero que finalizar un trayecto depende de no detenerse, de seguir caminando con un movimiento perpetuo hacia delante que finalmente lleve nuestros pies hasta la meta. En un proyecto personal, como en cualquier otro, todo va bien mientras que se siga avanzando. Es posible que luego haya que gestionar retrasos, falta de componentes, incluso críticos, o inconvenientes de cualquier otro tipo. Pero mientras que el proyecto se siga moviendo hacia delante la posibilidad de éxito permanece.

Hay un hilo invisible que une el presente con el futuro, literalmente como un cordón umbilical que, desde el hoy, alimenta los proyectos que queremos que vean la luz mañana. El éxito siempre es acumulativo, y depende de saber alinear una larga serie de pequeñas contribuciones hacia la consecución de un objetivo final.

En este mundo de ritmo cada vez más vertiginoso existe siempre el riesgo de que nuestra mirada caiga siempre en el hoy, y de que acabemos considerando que nuestra vida es únicamente lo que ocurre entre el amanecer y el anochecer. Si eso aconteciera, se rompería el invisible hilo que une el presente con el futuro, y el mañana que soñamos jamás llegaría.

Originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com

Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 23.06.2015

Una de las ideas que conviene conocer es que el nivel de felicidad de una persona depende fundamentalmente de tres factores: en primer lugar, un determinado nivel basal de felicidad que cada persona tiene y que es genéticamente determinado. En segundo lugar, lo que la persona hace por ser feliz. Y en último lugar, el influjo de las circunstancias que rodean a la persona.

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Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 19.05.2015

Todos quisiéramos tener más fuerza de voluntad, pues está claro que muchos de los aspectos de nuestra vida cotidiana se nos escapan por falta de ella. Trabajar en proyectos poco motivantes, realizar tareas monótonas, leer más, aprender idiomas, hacer ejercicio y otras actividades similares son a menudo pospuestos en esa maniobra tan humana y cotidiana, pero tan dañina para la productividad, que es la procrastinación.

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Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 30.03.2014

A menudo escuchamos a personas que afirman no realizar actividades físicas porque les resultan agotadoras. Sin embargo, el razonamiento productivo es más bien el contrario: no hay que dejar el gimnasio porque nos cansemos, sino que, al revés, tenemos que pensar que si nos cansamos es precisamente porque no vamos al gimnasio lo suficiente.

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Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 22.03.2014

A menudo no relacionamos ciertos elementos de nuestra vida cotidiana con la productividad, como por ejemplo la alimentación. Estamos acostumbrados a decir a los niños que tienen que comer tal o cual cosa porque es bueno para su salud, y también somos conscientes de la gran importancia que tiene una adecuada dieta para los atletas. Es más, hoy día incluso los deportistas aficionados empiezan a serlo también a los complementos y suplementos nutricionales.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 10.01.2012

Siempre nos ha resultado sugerente aquello de que bajo la mente humana hay un sistema de galerías muy profundas que llamamos inconsciente donde habitan traumas, episodios olvidados, fantasmas de nuestra infancia y demás. Si bien aquellas descripciones de comienzos del siglo pasado tenían más de literario que de científico (aunque no por ello poco valor explicativo) lo cierto es que la ciencia está revisitando estas ideas de una forma que puede resultarnos mucho más provechosa.

Es fácil darse cuenta de que el cerebro hace cosas sin que nos demos apenas cuenta. Un buen ejemplo es la conducta de conducir. Mientras aprendemos, todos los movimientos y pensamientos que hacemos son muy conscientes: estamos concentrados en cambiar de marcha, en el intermitente, en interpretar las señales de tráfico y en general en cualquier cosa que pueda afectar a nuestra seguridad. Pero tras años de conducir todas esas acciones se automatizan y podemos guiar nuestro automóvil sin excesiva concentración. Y no por ello conducimos peor sino que, al contrario, la experiencia nos hace ser mejores conductores.

Todos los hábitos son inconscientes: a fuerza de repetir algo muchas veces acaba por automatizarse y, por ejemplo, ya no tenemos que hacer grandes esfuerzos de atención o voluntad para cepillarnos los dientes, para vestirnos o para meter en el maletín el ordenador y el teléfono móvil cada mañana. Todas esas tareas están controladas por un área de nuestra mente que también hace otras cosas, como por ejemplo darle vueltas a los problemas hasta que se nos ocurre la solución, mapear constantemente la realidad y detectar elementos que se salgan del patrón esperado, o registrar nuestras acciones de forma que podamos recordarlas después.

La potencia de los hábitos es que guían la conducta de modo más o menos desatendido. Son como un piloto automático que puede ocuparse de ciertas tareas y así intensificar nuestra vida personal o incrementar nuestra productividad profesional. Esto es válido para una larga lista de cosas, desde tomar vitaminas a diario hasta acostumbrarnos a planificar el día por la mañana y priorizar las cosas debidamente, en lugar de dejarnos llevar por el torrente de llamadas y correos electrónicos que recibimos constantemente.

El único problema de los hábitos es que hay que crearlos. Por algún motivo que hasta ahora desconocemos para instaurar un hábito no basta solo con programarlo, y en eso los seres humanos nos diferenciamos mucho de las máquinas. Porque, a diferencia de ellas, necesitamos un entrenamiento, a veces largo y penoso, hasta que logramos insertar una nueva conducta en nuestro repertorio. Y por eso a veces los nuevos propósitos no funcionan, porque a menudo lo que hacemos cuando queremos crear un nuevo hábito es describirlo en lugar de construirlo. La frase “a partir de mañana voy a organizarme mejor” es la descripción de un deseo o de una necesidad, pero no la planificación de una conducta. Primero porque no dice nada acerca de cómo se va a llevar a cabo y segundo porque, seguramente, quien la pronuncia no es consciente del esfuerzo o la energía que requerirá.

La buena noticia es que desconocemos cuántas de nuestras tareas podemos convertir en hábitos. De momento ese límite no se ha encontrado, lo cual es un estupendo motivo para plantearse seriamente ponerse a ello. ¿No le parece?

 

Originalmente publicado en www.dirigentesdigital.com