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Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Dirigentes, El Economista, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 22.12.2021

Si le preguntáramos a los empleados de cualquier empresa por los valores de la entidad en la que trabajan, en un porcentaje muy alto no sabrían responder. Y sin embargo las organizaciones invierten grandes sumas de dinero y esfuerzos en clarificar cuáles son sus valores y en difundirlos. A pesar de ello, con el paso del tiempo los valores se van dejando atrás, quedando escritos en las páginas web o en carteles colgados en las paredes de las oficinas que, por cierto, con el teletrabajo ni siquiera se ven.

Además: ¿qué son los valores? Tras décadas de utilizar este modelo (misión, visión, valores) tal vez hemos olvidado qué son en realidad y para qué sirven, si es que sirven para algo…

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Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, El Economista, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 18.09.2019

Pese a la abundante complejidad e insistente incertidumbre que parece que nos rodea, el éxito de cualquier organización depende de dos hechos bastante sencillos de explicar: por un lado, los clientes valoran las experiencias más que los productos o servicios. Por otro lado, las experiencias están formadas por dos componentes: la existencia de un relato identitario compatible con la narrativa biográfica del cliente y la presencia de una emoción positiva y suficientemente relevante.

 

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Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, El Economista, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 16.01.2019

Con los rápidos avances de las tecnologías de la información y de las comunicaciones, que dibujan entornos cada vez más digitales y autónomos, daría la impresión de que la inteligencia emocional es algo del pasado. Una habilidad que era imprescindible décadas atrás, cuando las relaciones entre personas eran más frecuentes, pero cuya necesidad está empezando a desaparecer. Nada más lejos de la realidad.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 08.11.2017

Las expresiones novedosas casi siempre siguen el mismo ciclo: aparecen en lo alto de una cumbre, brillantes y expresivas. Luego van rodando ladera abajo, enredándose y contaminándose con otros términos cercanos, en general por efecto de quienes quieren hacer creer que todo está ya inventado. Y finalmente llegan al valle, donde pierden casi toda su fuerza, pasando en ocasiones a convertirse en manidos arquetipos, tan generalizados que prácticamente carecen ya de significado.

Este fue el caso de la inteligencia emocional, como el de tantos otros términos. El proceso ha sido tan significativo que en muchos casos se habla solo de lo segundo, las emociones, y no de lo primero, que es la inteligencia. De esta manera, se obvia el importante dato de que esta habilidad es, sobre todo, una manera de conseguir unos fines determinados a partir de determinados medios.

Sea como sea, a caballo de formadores más o menos profesionales, coaches más o menos certificados, y un buen puñado de oportunistas que vieron en el novedoso término otra manera más de ganar notoriedad, la inteligencia emocional llegó al valle, donde ha perdido ya casi su capacidad explicativa.

Es verdad que hemos pasado mucho tiempo desatendiendo las emociones. Y es también cierto que las personas que son capaces de reconocer tanto sus emociones como las ajenas, y de utilizar esa información para regular la interacción social, son más capaces de conseguir sus fines.

Sin embargo, un asunto muy diferente es cuando se pasa de la gestión que incorpora las emociones a la gestión basada en emociones. Es decir, cuando el mundo emocional lo inunda todo, y no hay otro aspecto al que atender que a cómo se siente tal o cual persona. En suma, cuando se pasa de la inteligencia emocional a la emoción descontrolada.

Cuando eso ocurre, los profesionales se ven legitimados para acometer primero aquellas tareas que más les inquietan o preocupan, sin que sean necesariamente las más importantes, o ni siquiera las más urgentes. Esto ocurre, entre otras cosas, porque entre las cuestiones que más angustian a algunos profesionales está perder control o recursos, o simplemente perder status. Y así es que, en ocasiones, se invierte energía en restaurar la serenidad y la calma en lugar de en aquellos asuntos que realmente deben requerir atención y esfuerzo.

Ser emocionales no es un deseo ni una aspiración. Es una cualidad de las personas. Y ser emocionalmente inteligentes no tiene que ver, necesariamente, con ser más expresivos o afectivos. Tiene que ver con incorporar la identificación de las propias emociones y las de las otras personas en la consecución de objetivos. Por eso es una forma de inteligencia.

 

Originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com

Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 10.05.2017

El mundo profesional y el mundo personal en realidad no están tan lejos. Fuera de unos pocos convencionalismos que tienen que ver con el atuendo, el vocabulario y algún ritual que otro, tanto a un lado como al otro de la frontera que separa ambas esferas lo único que hay son personas que viven vidas. Personas que tienen pensamientos y emociones y que se relacionan con otras. Y esas relaciones, en el fondo, siguen los mismos principios tanto en el ámbito profesional como en el personal. 

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Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 27.01.2016

Solo las experiencias intensas generan aprendizaje en los adultos. Una experiencia intensa puede derivar de un esfuerzo prolongado o de una sola vivencia, si esta está cargada de suficiente emoción. Las emociones son la guía que trae los pensamientos a nuestra conciencia, y son también la fuerza que fija las ideas en nuestra memoria. Por eso una de las claves en la comunicación es provocar un recuerdo basado en la emoción.

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Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba / 19.02.2015

Uno de los factores que más afecta nuestra vida diaria son nuestras emociones. Por algún motivo en el fondo desconocido, nuestro estado emocional determina nuestro bienestar y felicidad casi por encima de cualquier otra variable. Por eso es tan importante saber cómo controlar la manera en la que nos sentimos. Lo cual, aunque parezca sorprendente, no debería ser tan difícil.

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Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba / 13.01.2015

La cantidad de mensajes e imágenes que nos llegan a diario brindándonos ese tipo de felicidad hueca que se parece a una careta sobre el rostro o a una mueca dibujada en la cara es abrumadora. Es verdad que en tiempos difíciles hay que intentar sobreponerse y ser positivo, pero entre la auténtica mentalidad positiva y ese optimismo ñoño y hueco que nos circunda hay importantes diferencias.

Hay poco futuro en sonreír frente al espejo cada mañana afirmándonos -sin más- que todo saldrá bien, que las dificultades pasarán como pasan las nubes, o que hay que ser feliz y estar contento porque uno lo vale. El optimismo ñoño es ese tipo de felicidad artificial que sólo dura un segundo porque al segundo siguiente se ha olvidado ya. Se viste de frases poéticas supuestamente pronunciadas o escritas por algún prohombre, y se adorna con sobrecogedores y remotos paisajes captados al amanecer o al anochecer. El más extremo viene empaquetado con colores, lazos, diminutivos y una buena dosis de edulcorante encapsulado en metáforas de escaso valor literario. En este mundo contemporáneo de conferenciantes motivacionales, de estudios aparentemente científicos sobre la positividad, de coaching mal entendido y de, en el fondo, necesidad de pintar un futuro esperanzador, han proliferado desmesuradamente todo este tipo de mensajes de ánimo tan cándidos como vacíos. Por eso es bueno volver a reflexionar sobre qué es el optimismo en realidad, y por qué es importante en la vida de las personas.

El optimismo es una manera de ver la vida y se basa en lo que llamamos estilo explicativo, que es la manera en que buscamos las causas de lo que nos ocurre. Todos recordamos de nuestra época de estudiantes que cuando superábamos un examen decíamos que lo habíamos aprobado, pero cuando no era así decíamos que nos habían suspendido. Es decir, si el resultado era positivo era mérito nuestro, pero si era negativo era el profesor el artífice del desastre. Eso es un estilo explicativo.

La cuestión es que en el estilo explicativo pesimista las personas tienden a pensar que si les ha pasado algo malo es por una causa interna, estable, y global. Es decir, la causa de los acontecimientos negativos está en un déficit de su persona, que durará siempre y que afecta a todas las áreas de su vida. En el otro extremo están los optimistas, que piensan lo contrario, es decir, que lo malo que les ocurre obedece a causas que ellos pueden modificar.

Mucho más interesante es la consideración de los acontecimientos positivos, puesto que mientras los optimistas piensan que sus causas son permanentes, los pesimistas creen que son transitorias. De modo similar, los optimistas piensan que un éxito logrado en un área puede contribuir a triunfar también en otros, mientras que los pesimistas piensan lo contrario: si algo sale bien en un ámbito, eso es debido a factores específicos que de ningún modo se pueden aplicar a otras esferas.

La diferencia entre ambos estilos explicativos es significativa, y se resume en que los optimistas tienen la idea de que pueden actuar sobre el entorno para obtener los resultados que buscan. Cuando algo les sale mal reflexionan sobre qué es lo que ha podido pasar, y cuando creen encontrar la causa vuelven a intentarlo hasta que les sale bien. Y cuando esto ocurre, se felicitan por el éxito en lugar de atribuirlo a una coincidencia que no se repetirá, que es lo que haría un pesimista. Los optimistas poseen un tipo de mentalidad activa que implica reflexionar sobre lo que les ocurre, buscando sus causas y activando modificaciones en su comportamiento para lograr sus objetivos. Los optimistas no se rinden porque siempre piensan que hay algo que se puede hacer para conseguir el éxito, y cuando lo logran se felicitan y toman nota de lo que han hecho bien. Como se puede ver, este tipo de planteamiento está muy lejos del optimismo ñoño, ese que hace que las personas se pinten una sonrisa bobalicona en el rostro y cierren los ojos esperando a que pase la tormenta.

Artículo originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com

Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 13.08.2014

Pese a que nos creemos seres inteligentes es importante darse cuenta cuanto antes de que hay una larga serie de aspectos en nuestra naturaleza que tienen la particularidad de poner en jaque el control racional que habitualmente tenemos sobre nuestra vida. Muchos de ellos estados biológicos, otros son emociones y sentimientos, y también hay intuiciones, predicciones y fabulaciones acerca de lo que podría o no podría ocurrir. Aprender a gestionar todos esos pulsos es una competencia imprescindible en cualquier profesión.

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Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 15.07.2014

Una de las cualidades que distingue a los profesionales altamente cualificados es una habilidad llamada agilidad emocional. La vida está hecha de altibajos, y por tanto las malas noticias, los problemas, las crisis y demás primos conceptuales están constantemente a nuestro alrededor. Por ello es más bien obvio que experimentaremos emociones negativas. La cuestión, y aquello en lo que se diferencian los profesionales excelentes, está en salir de ellas cuanto antes.

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