27 Nov Las 8 claves del éxito: #7 Mentalidad
El ensayista checo Erich Heller escribió en una ocasión que había que tener cuidado con la forma en que interpretamos el mundo, porque es exactamente como lo interpretamos. Obviamente esto no quiere decir que tengamos la cualidad de leer la realidad de modo ecuánime, sino que el mundo, para cada uno de nosotros, es exactamente como cada uno lo ve, y no como es en realidad, si es que tal cosa existe. Y eso puede aplicarse igualmente a las personas que conocemos, a nuestra visión de nosotros mismos y, por supuesto, a los retos que nos planteamos.
Por mucho que se haya escrito y debatido sobre la importancia de la subjetividad humana, todo el esfuerzo invertido será poco si al final seguimos acabando con la idea de que las cosas son como las percibimos. El mayor error del ser humano, desde esta perspectiva, es que se cree que lo que piensa es cierto, es decir, vive en la realidad que le proyecta su mente con la certeza equívoca de que lo que experimenta es el mundo real.
De ahí la importancia de concentrarse en una visión del mundo que esté alineada con lo que en él pretendemos. Por ejemplo, se ha escrito mucho sobre los efectos del optimismo bien entendido, el que poseen las personas que consideran que las causas de los acontecimientos favorables son permanentes, mientras que las que causan los sucesos desfavorables son pasajeras. Estas personas tienen más éxito, pero lo que es simplemente increíble es que tienen una esperanza de vida mayor.
Igualmente potente es la mentalidad de crecimiento, que es la que muestran las personas que piensan que sus cualidades no son fijas, sino que se pueden entrenar y por tanto se puede progresar en ellas, da igual si se trata de la inteligencia, la capacidad musical o el baile. Estas personas se alimentan del esfuerzo y la dificultad porque lo consideran un síntoma de crecimiento. Su interpretación de la adversidad es, por tanto, muy diferente a la de las personas que piensan que sus habilidades son las que son y que no pueden hacer nada para cambiarlas.
Podemos elegir cómo pensar. Por tanto, pensemos de la manera que nos conduzca al éxito.