Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 28.04.2021

Solo las almas más inocentes negarían que la educación es una forma de manipulación. En los casos más ligeros se trata de que los niños y niñas encajen más o menos bien en el colorido puzle que es la sociedad. Y en los más severos de que sean ladrillos idénticos con los que construir un muro, parafraseando a Pink Floyd. Sin embargo, ni siquiera los más perversos abogarían por una educación que abiertamente formara inadaptados o delincuentes. Por tanto, que la manipulación que se haga sea buena o mala es algo que, a la vista de los inacabables y a veces feroces debates que a diario presenciamos, depende mucho de …

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Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Dirigentes, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 07.10.2020

Desde hace décadas venimos escuchando las voces interesadas e impertinentes de los exaltados de la vida digital hablando sobre el acto educativo. Un grupo de opinión que, en general, desea la muerte de muchos de los aspectos de la vida que otros adoramos, relamiéndose ante su imaginario final: la muerte del libro físico, la muerte de los trabajos artesanales y, cómo no, la muerte de la clase presencial. Un grupo que, conscientemente o sin darse cuenta, ha dado por sentado que, si se pudiera hacer un experimento a escala planetaria, las bondades y posibilidades de la tecnología digital educativa brillarían con matrícula de honor. Tanto que sería posible, fantasean, erradicar el cara a cara en educación. Pues bien, ese experimento finalmente se ha llevado a cabo. Quizá no como ellos posiblemente soñaban, pero se ha realizado. De este modo, en los últimos meses hemos podido ver cómo colegios y universidades se lanzaban a una digitalización forzosa y completa, no solo de lo que ocurre en las aulas sino también de su capa de gestión. Mientras se aplicó el estado de alarma los estudiantes fueron confinados en sus casas, así como sus profesores y, durante varias semanas, tuvo lugar el más grande experimento de la historia sobre el e-Learning.

No hace falta conducir ningún análisis sofisticado para conocer los resultados de este estudio porque están en cada conversación, en cada mensaje y en cada suspiro. Los profesores, otros héroes auténticos a los que incomprensiblemente nadie aplaude desde el balcón, se cansan de estar permanentemente mirando a una pantalla, tanto como sus alumnos. Y sus alumnos, siempre que pueden, ocultan su imagen y mutean el micro, dejando al profesor frente a un silente listado de iniciales, en una versión contemporánea de la bíblica prédica en el desierto. Los métodos de evaluación de competencias complejas brillan por su ausencia y, en el lado de la gestión, nada nuevo: hartazgo por las reuniones virtuales y añoranza de los cafés en la sala de profesores y del aire fresco del patio.

Los tecnoadictos y tecnoególatras, gurús digitales autoproclamados y el resto de fanáticos virtuales dirán que no hay medios suficientes, que se improvisa más que se planifica o que si se contara con más formación todo iría como la seda. Pero lo cierto es que, desde que llevamos escuchando esta repetitiva soflama en pro de lo puro digital, nunca ha habido tantos medios ni tanto profesional formado, formal o incidentalmente. Ya hubieran querido los que iniciaron proyectos de virtualización educativa hace veinte años nuestra tecnología y nuestra soltura con el Whatsapp.

Las conclusiones preliminares de este estudio a escala planetaria son claras: estamos aprendiendo que los procesos educativos son mucho más complejos de virtualizar de lo que imaginábamos, que la presencia es un catalizador del aprendizaje y, sobre todo, que la educación no es una cuestión de fe. Da igual lo que creamos en esta u otra metodología o tecnología: el aprendizaje se produce o no se produce, así de simple. Y esta pandemia tan intensiva en tecnología digital está dejando un largo rastro de aprendizajes no realizados, digan lo que digan las planificaciones exhaustivas y los documentos públicos sobre el aseguramiento de la calidad exhibidos por colegios y universidades. Las lecciones que se han quedado por el camino son como los abrazos que no nos estamos dando, en este año en el que, por otro lado, tanto estamos aprendiendo sobre la vida y sobre nosotros mismos.

La conclusión final del experimento más grande del mundo sobre e-Learning es aún más clara: la tecnología digital está lejos, por sí sola, de competir con la formación presencial en cuanto a la creación de un entorno verdaderamente potente y rico de aprendizaje. Así que, una vez más, esta tecnología, como tantas y tantas otras, no representa un punto y aparte, ni muchísimo menos una revolución. Lo será, tal vez, algún día. Pero no hoy. Eso sí, cuando no hay nada más, es un sustituto digno. Y con ese sustituto nos apañaremos mientras esperamos pacientemente la vuelta a las aulas, con el mismo entusiasmo que esperamos el retorno de los abrazos perdidos.

 

Originalmente publicado en www.dirigentesdigital.com

Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 18.06.2019

La exposición El juego del arte. Pedagogías, arte y diseño, organizada por la Fundación Juan March, sugiere una interesante pregunta: ¿puede ser la escuela un entorno generador de vanguardias? A finales del siglo XIX surgió un movimiento educativo llamado Escuela Nueva que, por primera vez, reconocía a la infancia su propia identidad, defendiendo el respeto al niño y a sus intereses y promoviendo una pedagogía renovada basada en la actividad. Autores vinculados a este movimiento fueron John Dewey, Célestin Freinet, Johann Heinrich Pestalozzi, María Montessori y muchos otros. La exposición repara en la posibilidad de que creadores vanguardistas pudieran haber recibido la influencia de la Escuela Nueva durante su periodo escolar, llevándola luego a sus respectivas obras. Desde este punto de vista no parece trivial que, tal y como se recoge, en 1900 Alvar Aalto tuviera dos años, Juan Gris trece, Van der Rohe catorce, Picasso diecinueve, Mondrian veintiocho o Kandinski treinta y cuatro.

Resulta un lugar común observar una obra de arte moderno y decir que podría haberla llevado a cabo un niño.

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Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 07.02.2018

A falta de otro instrumento mejor, se han popularizado en los cursos de formación en empresa, y en muchos otros ámbitos, los cuestionarios de satisfacción como vía para evaluar su éxito. Es verdad que unos y otros difieren en cuanto a extensión y contenido, y también que mientras que unos solo incorporan variables numéricas, otros también contemplan la visión cualitativa. Pero a menudo se olvida un hecho tan cierto como relevante, y es que satisfacción no equivale a aprendizaje.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 13.09.2017

Por diferentes razones, la educación se ha puesto de moda. O mejor dicho, se ha puesto de moda hablar sobre ella. Y muchas de las voces que se oyen, a veces incluso por encima de otras más solventes, no son sino opiniones poco fundamentadas. Uno de los peligros de las redes sociales es confundir opinión con criterio. Opinión tenemos todos, como todos tenemos nariz. Otro asunto más complicado es tener criterio. Aquí van algunas reflexiones a medio camino entre ambos extremos.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 14.12.2016

Resulta extraño que haya quien se impresiona por la facilidad que tienen los niños para manejar una tablet pero no se asombra de lo rápido que aprenden a hablar. Tan insólito como que haya a quien impacta más la fascinación de los niños por la tecnología que el embrujo que les producen las personas. Es verdad que un niño puede pasar horas jugando con un videojuego, pero también hace décadas podía hacerlo con un trompo y nadie escribía titulares sobre ello.

Hoy, los oráculos pregonan en cada esquina la supremacía de la informática para educar, los adictos no tienen reparos en sumergir en tecnología hasta las pestañas a sus hijos, y algunas empresas sin escrúpulos no ven en los niños sino clientes digitales. Por eso acaso deberíamos recordarnos que no existen estudios longitudinales definitivos sobre el uso de la tecnología en la educación, por el mero y simple hecho de que esta cambia constantemente. Así pues, en la cada vez más desbocada carrera impulsada por la fascinación que inocula la digitalización, tal vez deberíamos detenernos un segundo, y plantearnos luchar por apartar a los niños de intereses puramente comerciales y de las peregrinas ambiciones de quienes sienten más atracción por las máquinas que por las personas. Nadie duda de la potencial bondad de la tecnología en el aprendizaje, ni de la nueva ni de ninguna otra. Sin embargo, un asunto muy diferente es cuál es la influencia de la digitalización en la infancia y la adolescencia. Entre otras cosas porque el término tecnología no es necesariamente sinónimo de educación, como información no lo es de saber.

En realidad, ni los niños son nativos digitales ni los adultos son inmigrantes digitales. Para todos ellos hubo un primer momento en el que la tecnología apareció en sus vidas, de la misma manera en que el cine y el teléfono también lo hicieron en otras épocas. Pero nunca nadie ha utilizado estos hechos para trazar una línea que separe de manera irreconciliable a unas generaciones de otras. Son incontables las ocasiones en que los mismos niños y adolescentes que han nacido en la era digital, y a los que no se sabe quién ha investido de una comprensión suprema de la tecnología, muestran un raquítico conocimiento sobre sus principios y una rotunda falta de capacidad crítica sobre sus contenidos y riesgos, evidenciando ese fenómeno que ya se empieza a llamar la falacia de los nativos digitales.

Décadas de investigación sobre la inteligencia parecen demostrar que las nuevas generaciones son más inteligentes, pero no necesariamente más sabias. La inteligencia que se basa en procesos psicológicos básicos, que tienen que ver de manera directa con fenómenos neuronales, es obviamente mayor en las primeras etapas de la vida. Así se explica la naturalidad con la que los niños se relacionan con la tecnología, así como la vertiginosa capacidad con la que aprenden cualquier otra cosa. Pero la sabiduría, lo que queda cuando se ha olvidado todo, sigue, y seguirá siendo siempre, patrimonio de los que, inmigrantes digitales o no, han caminado muchos senderos, se han equivocado muchas veces, y han comenzado a comprender al fin qué es la vida y cuál es el sentido de la existencia.

Alguien sabio dijo que ningún mundo merece la pena si los niños no están a salvo. Es cierto que el hecho digital constituye una disrupción sin precedentes. Precisamente por ello deberíamos contemplarlo con juicio crítico, manipularlo con solvencia científica, y posicionarnos siempre a favor de lo más valioso que tiene cualquier sociedad, que son sus generaciones más jóvenes.

Originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com

Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 13.10.2015

Décadas de constructivismo, de insistencia en que la enseñanza es un proceso de mediación, y de una larga serie de conceptos afines más, no han conseguido aniquilar la idea de que el formador es la pieza clave en la distribución del conocimiento. Así pues asistimos a diario a un error incomprensible en la formación, y es que las clases se siguen basando más en lo que el formador ha descubierto que en lo que deben descubrir los alumnos.

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Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 29.09.2015

Con la invención de la imprenta el ser humano dio un paso de gigante en cuanto a la producción y distribución del bien más preciado que posee la humanidad, que es el conocimiento. Sin embargo, con el advenimiento del libro como herramienta predilecta para la elaboración y difusión de las ideas, y dado que en un libro el contenido fluye de manera ordenada, se cayó en un error histórico, y es que el conocimiento también debe adquirirse de manera lineal.

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Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 22.09.2015

Uno de los errores incomprensibles, pero no por eso menos comunes, en el mundo de la formación, es relativo a la manera que entendemos lo que es la teoría. A menudo se nos olvida que la teoría es una abstracción mediada de la realidad, un artilugio ciertamente sofisticado que condensa un fragmento del saber en una modelización que representa la realidad, pero que a menudo no puede explicar lo que de verdad ocurre.

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