El robo de nuestros recuerdos

Uno de los grandes placeres con el que gozamos las personas es recordar los mejores momen tos de nuestra vida. Al volver la mirada atrás redescubrimos bellos paisajes, vivencias emocionantes, triunfos, abrazos y celebraciones. El cerebro, ese gran escultor de nuestro pasado, ha ido dando forma a través del tiempo con mano delicada a cada uno de ellos, pespunteándolos con los demás y tejiendo así ese colorido tapiz que llamamos biografía. En la que, por supuesto, también hay fragmentos oscuros y ásperos. Aunque nuestra mente, de nuevo, se ha esforzado en relegarlos a un segundo plano para que no nos hagan tanto daño. Si recordáramos de golpe todo lo malo que nos ha pasado se haría casi imposible seguir viviendo. Por eso recordamos más y mejor lo bueno que lo malo. Y no solo eso, sino que en nuestras evocaciones siempre somos el protagonista central, el bueno. Raro es que alguien sea el malo de su propia película (aunque, por cierto, todos lo somos en la de algún otro).

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