Terapia playera de estría y michelín
La mayoría de nosotros tememos el momento de ir a la playa, al menos el primer día. Nos desnudamos frente al espejo y nos vemos blancos, flácidos, envejecidos. Un trago al que solo supera el trance de ponerse el bañador del año anterior y descubrir que antes abrochaba mejor, que no nos apretaba en las piernas o que no hacía sobresalir ese orondo repliegue de carne. Y es entonces cuando comenzamos a temblar pensando en el momento en el que apareceremos en la playa a exhibir nuestra descolgada blancura.
La pregunta es qué es exactamente lo que nos avergüenza de ir a la playa.
Sigue leyendo en el Huffington Post —>>>>