Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Ultraconciencia / 24.02.2021

Digan lo que digan, la carga de trabajo es una experiencia subjetiva. Sobre todo porque depende mucho de la capacidad de quien ejecuta ese trabajo. Hay quien responde a un email complejo en unos minutos mientras que otra persona necesita el doble o el triple de tiempo. Bien porque tarda en enfocar la respuesta, porque no se concentra o simplemente porque escribe más despacio o sale a fumar cada dos por tres. Es cierto que las empresas han tratado de nivelar perfiles y, al menos en la teoría, personas con capacidades similares deberían acometer tareas similares.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 13.01.2021

Dice el diccionario que entrenar es prepararse para la práctica de un deporte. Sin embargo, un porcentaje sustancial de las personas que realizan actividad física (por cierto, siempre demasiado pocas) no practican ningún deporte. Van al gimnasio, se ejercitan con un entrenador personal o simplemente hacen tablas de ejercicios en su casa. Y muchas de ellas llaman entrenar a ese tipo de actividad, aunque no tenga como objetivo ninguna competición o deporte. ¿No deberían llamarlo de otro modo? ¿Por ejemplo, simplemente hacer ejercicio?.

La respuesta es que no.

 

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Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Dirigentes, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 21.10.2020

A veces vas a cruzar una calle por un paso de cebra cuando un coche que debería parar no lo hace. Y casi te atropella. A pesar del susto miras fugazmente en su interior y a menudo ves la misma estampa: un conductor, hombre o mujer, con la mirada fija, como si estuviera ido y no viera lo que tiene justo enfrente, que es el paso de cebra y a ti sobre él. Pero no es una mirada cualquiera: es una mezcla de tensión y preocupación, como si esa persona condujera angustiada, sobrecogida: es El rictus. Ni siquiera te preguntas si es que no te ha visto, porque es evidente que no lo ha hecho. Ese conductor, prodigiosamente, va al volante sin ver la carretera ni a los peatones. A veces ni los semáforos. Por eso ha estado a punto de atropellarte.

Otras veces ocurre en la cola del supermercado. Estás pacientemente esperando con tus compras y de repente…

 

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Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Dirigentes, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 09.10.2019

La idea de urgencia siempre había tenido que ver, sobre todo, con el correo postal y con las salas de hospitales donde se atienden los casos más agudos y apremiantes. Urgente era una carta que, por diversas circunstancias, aunque siempre importantes, debía llegar a destino antes de lo habitual. Urgencias eran las heridas y contusiones graves, las infecciones letales, los envenenamientos y las paradas cardiorrespiratorias. Urgente era una palabra destacada, altisonante, una palabra que se usaba para subrayarla sobre un fondo de cotidianeidad y rutina.

Hoy urgente es otra cosa. Urgente es desvelar lo que oculta una notificación, leer un mensaje y contestar a otro. Urgente es hacerse con el último capítulo de la serie de moda, atiborrar el carrito de la compra online y, desde luego, es urgente cualquier pedido que se genere a continuación. Urgente es ponernos música mientras nos desplazamos de un lugar a otro, o llamar a fulano o a menganita para que nos distraiga durante el trayecto, no vaya a ser que el aburrimiento nos detenga el corazón. Y, si ninguno contesta, urgente será entonces revisar compulsivamente nuestras redes sociales para encontrar allí alguna miga de distracción que llevarnos a los dedos. Urgente es actualizar una publicación para ver cómo germinan las reacciones, compartir un vídeo que nos quema en las manos virtuales y posar para un selfi cuando el paisaje apremia y la compañía así lo exige.

Nuestra vida urgente ya no tiene que ver, sobre todo, con misivas relevantes ni con complicaciones medico-quirúrgicas: tiene que ver con el ansia. Con el refuerzo inmediato, con el entretenimiento ubicuo y con la constante embriaguez de estímulos, sobre todo digitales. Los avisos, las notificaciones, los banners y sus familiares en primer y segundo grado han sido creados tan diabólicamente que es difícil sustraerse a su veneno. Es casi imposible no atender a un mensaje entrante, a la luz pulsante de una oferta o verse libre del temor de que desaparezca del estante la última pretendida novedad de la industria del fast fashion que nos ha robado el corazón.

Y así, nuestra vida urgente es cada vez más asfixiante, es una vida en la que la sensación de prisa es tan ubicua que hemos acabado atribuyéndola, erróneamente, a nuestros compromisos reales y obligaciones profesionales. Cuando, en realidad, el ansia que sentimos no es atribuible a nuestro desempeño ni mucho menos se debe a nuestra vida -de verdad- social. Sino a ese apabullante aluvión de estímulos que reclaman insistentemente nuestra atención. No es el trabajo, sino las notificaciones, no es la familia, sino los mensajes, y no son los amigos, sino las ofertas. Porque nuestra verdadera vida no es urgente, no lo ha sido y probablemente no lo será nunca.

Sin embargo, mientras que aprovechemos cualquier trayecto en el ascensor, cualquier cola en el supermercado y cualquier sala de espera para obtener la dosis que nos alivia el ansia, nos parecerá que sí. Que de tan ocupados estamos desquiciados. Y le echaremos la culpa al tráfico, a la ciudad o a nuestro jefe. Cuando los verdaderos, o los primeros responsables, somos nosotros. Porque no podemos soportar una sola notificación sin revisar y porque una pantalla llena de ellas se nos antoja una gangrena insoportable. La vida no es urgente. Lo que es urgente es esta existencia digital de pacotilla que, ya casi ni lo recordamos, hace décadas que nos prometió una vida más fácil, una vida con más tiempo para nosotros y para con los nuestros. Y que, aún a día de hoy, sigue incumpliendo flagrantemente su promesa.

 

Originalmente publicado en www.dirigentesdigital.com

Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 06.02.2019

Parece ser que hace 2.400 años existían ya vertederos en la ciudad de Atenas. Así que, durante mucho tiempo, el ser humano vivió acostumbrado a que lo que se tira a la basura no se recupera. Sin embargo, a comienzos de los 90, cuando el sistema operativo Apple System 7 fue lanzado, los documentos se tiraban a una papelera que no se vaciaba hasta que el usuario decidía hacerlo. Y hoy cualquier documento que se introduce en ella se puede sacar, tan limpio y planchado como cuando entró. Un hecho aparentemente sutil que ha contribuido a nuestra idea contemporánea, casi nunca formulada pero casi siempre asumida, de que nada es definitivo.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Huffington Post, Inspiración, Jesus Alcoba, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 03.10.2018

Uno de los grandes avances del interiorismo doméstico han sido sin duda los manuales de IKEA. Es verdad que algunos muebles son más fáciles y otros más difíciles pero, en general, todas las operaciones acaban con un final feliz. Por eso, quien más y quien menos puede amueblar su casa, que es como amueblar parte de su identidad. Dentro de esa cultura del hágaselo-usted-mismo, es inevitable pensar si la creciente cantidad de literatura de autoayuda no estará contribuyendo a la idea de que podemos elaborar cualquier parte de nuestra vida leyendo un manual.

 

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