Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, Dirigentes, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 06.05.2020

“Se tiraron los soberanos y se guardaron las fotografías.” Cuando el legendario explorador polar Ernest Shackleton aceptó, de mala gana, la limitación a dos libras de peso en pertenencias personales por cada miembro de su tripulación, escribió estas palabras en su diario. Era el 30 de Octubre de 1915 y hacía tres días que su barco, el Endurance, había quedado destrozado por los témpanos de la Antártida. Se imponía una desesperada expedición hacia el norte, hacia mar abierto, en la que utilizarían como trineos los botes salvavidas del Endurance. En ellos llevarían únicamente lo imprescindible: solo dos libras por hombre.

Es notable el paralelismo que, aunque de manera metafórica, tiene esta situación con la vivencia del confinamiento durante la pandemia del COVID19. Verdaderamente estamos viviendo momentos de retorno a lo esencial, a lo auténtico, a lo que de verdad importa. Nos hemos quedado sin las salas de cine, sin los restaurantes y sin los viajes. Sin poder ir a la peluquería, sin el moreno de playa y sin las tiendas de moda. Nos hemos quedado sin casi todos los ropajes que vestían nuestra vida apenas anteayer. Y, cuando los soberanos han desaparecido, solamente nos han quedado las fotografías. Nos hemos quedado con nosotros, con nuestras familias y seres queridos, si es que están sanos y salvos y, junto a ellos, nos ha quedado la esperanza de un futuro mejor.

Mucho se escribe en estos días sobre cómo será el futuro inmediato, esa nueva normalidad que todo el mundo nombra pero que en realidad nadie conoce. Es llamativo cómo a veces las palabras nos tranquilizan, aunque sean sinónimos de incertidumbre. Exactamente igual que cuando pensamos que nuestra dolencia ha sido claramente identificada si los médicos la califican de idiopática, que precisamente quiere decir de origen desconocido.

No sabemos cómo será esa nueva normalidad, esta es la única verdad. Pero ojalá este tiempo de fotografías vivientes, de aplausos esperanzados y de creatividad solidaria nos haga mejores. Ayudándonos  a erradicar lo lesivo y a atemperar lo que de impostado, de frívolo o de excesivo había en nuestra vida. También en nuestra vida dentro de las organizaciones.

Ojalá en la empresa caiga por fin el aparentar antes que el hacer, la política de oficina y el liderazgo basado en el nepotismo. Ojalá se ponga en cuarentena a los profesionales tóxicos, se deje de escuchar a quien propaga rumores y cotilleos y se ponga freno a la procrastinación. Ojalá regresen de su despido interior quienes hace tiempo dejaron de estar entre nosotros y ojalá se desintegre, por fin, la lacra del acoso, de cualquier tipo de acoso.

Ojalá, también, nos quedemos con lo esencial de la arena empresarial, que no es otra cosa que el intercambio de valor auténtico entre seres humanos. Ojalá aprendamos a amortiguar el ruido impertinente de los falsos apóstoles de la vida digital, y de esos gurús apócrifos que se pasan la vida anticipando lo que en realidad ignoran.

Ojalá, como consumidores de experiencias o de ideas, encontremos nuestro propio rumbo entre cámaras de eco, burbujas de filtros y mentes colmena. Ojalá, en medio de toda esa marea alienante, sepamos encontrar nuestro propio juicio y nuestro propio ser, militando más en el consumir sabio que en el amontonar compulsivo.

Y ojalá en esa nueva normalidad, tan nombrada como en realidad inédita, nos desprendamos definitivamente de los soberanos y guardemos las fotografías. Ojalá nos quedemos solamente con lo que de verdad importa.

 

Originalmente publicado en www.dirigentesdigital.com

Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba / 06.02.2014

Es francamente complicado liderar en tiempos difíciles. Entre otras cosas porque no siempre es cierto que los ríos revueltos conllevan ganancias para los que faenan en ellos. Es verdad que las crisis abren posibilidades, y que con los cambios aparecen soluciones de continuidad en el tejido económico que pueden convertirse en oportunidades de negocio. Pero no lo es menos que para aprovecharlas hacen falta esfuerzos que se antojan complejos con estructuras menguadas y recursos exiguos. Es también cierto que la creatividad y la innovación son dos poderosas herramientas que pueden vigorizar el ritmo de elaboración de nuevas propuestas e intensificar su valor. Pero también lo es que con las crisis sobrevienen miedos e incertidumbres, y con ansiedad es difícil crear o innovar. 

El cruce entre la oferta y la demanda, que en general se comporta como la economía predice, se hace más confuso. Los productos sustitutivos ganan relevancia, las barreras de entrada en ocasiones se difuminan, y el poder de negociación de proveedores y clientes puede dejar de seguir las pautasconocidas. Quizá por ello en tiempos difíciles es tan importante la economía conductual, que explica entre otras cosas por qué el comportamiento del consumidor es a veces aparentemente irracional.  

Pero no sólo la economía se encuentra alterada, sino que en el tejido interno de las empresas todo está también revuelto. Los presupuestos se contraen, los departamentos se reducen o se reestructuran, las presiones aumentan, y en general el temor a que las cifras de ventas no reflejen lo esperado se vuelve más habitual de lo que sería fácilmente digerible. En ese contexto las personas, que siempre son el núcleo y el soporte de todo, se vuelven también la parte más vulnerable. Porque ni los muros, ni las máquinas, ni por supuesto los recursos financieros, sienten o padecen. 

No hay soluciones redondas ni recetas perfectas, pero en cualquier travesía dificultosa, en la empresa o en la vida, es bueno encontrar inspiración. Y por ello es productivo recordar cómo lo hicieron otros líderes que atravesaron circunstancias difíciles, quizá incluso más que las que nosotros vivimos. Casi cien años después de que su fracaso triunfal concluyera, Ernest Shackleton sigue siendo uno de los modelos más claros de liderazgo exitoso en situaciones extremadamente complejas. Primero y sobre todo, porque la cuestión no estaba entre vender o no vender, sino entre vivir o morir. Segundo, porque en pocas ocasiones en una expedición ha habido tanta escasez de recursos para salir adelante. Tercero porque aquella aventura no fue ni mucho menos un lance puntual, sino que duró casi dos años. Y por último, algo que no se debe olvidar, y es que también había implicaciones económicas de todo aquello, y no precisamente livianas. 

¿Cómo lideraríamos a treinta grados bajo cero? ¿Sería posible trasladar confianza si hay más incertidumbre que certeza? ¿A través de qué mensajes reforzaríamos la unidad del grupo si las provisiones escasean? ¿Cómo transmitiríamos calma si en cualquier momento la placa de hielo bajo nuestros pies se puede partir y engullirnos un mar helado? ¿Cómo resolveríamos los conflictos constantes derivados de todo ello? ¿Con qué esperanza plantearíamos el futuro? Por motivos que aún, después de casi un siglo investigando sobre su figura, en el fondo desconocemos, Shackleton tenía la respuesta a todas esas preguntas. Lo sabemos porque volvió con todos sus hombres vivos y, más aún, porque muchos de ellos se enrolarían con él en una nueva expedición varios años después. 

Posiblemente el modelo de liderazgo que mejor describa Shackleton sea el de Boyatzis, que proporciona únicamente tres claves para que el líder tenga éxito. En primer lugar la esperanza, que es la visión, el futuro y lo que anima al grupo a seguir adelante. En segundo lugar la compasión, que es la empatía activa, la sincera preocupación que el líder tiene por su equipo. Y por último la conciencia, que es quizá la clave de todo: la aceptación realista de lo que ocurre y la atención plena al momento presente 

Shackleton convirtió un fracaso en un rotundo triunfo. No hay mejor modelo de cómo se puede convertir cualquier crisis en un camino hacia el éxito, y por eso Priestley escribió sobre él una frase ya imborrable: “cuando desastre te golpee, y no haya espacio para la esperanza, entonces arrodíllate y reza a Shackleton.”.

Artículo originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com