Quien nombra la luz, vive en la luz
Ninguna otra metáfora explica mejor el tremendo impacto de las palabras que la de William S. Burroughs, quien escribió que el lenguaje es un virus. Los virus se trasladan de un ser vivo a otro y, cuando llegan, lo infectan. Exactamente del mismo modo que hacen las palabras. Y lo sorprendente es que, a menudo, no nos damos cuenta de que las palabras que escogemos son las que definen el mundo en que vivimos. Es más, no reparamos en que podemos elegir esas palabras. Escogiendo, por tanto, el universo en el que queremos vivir.
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