Cambio personal, Ciencia y Management, Conferencia, El Economista, Inspiración, Jesus Alcoba, Originalidad, Psicología del éxito, Ultraconciencia / 18.09.2019

Pese a la abundante complejidad e insistente incertidumbre que parece que nos rodea, el éxito de cualquier organización depende de dos hechos bastante sencillos de explicar: por un lado, los clientes valoran las experiencias más que los productos o servicios. Por otro lado, las experiencias están formadas por dos componentes: la existencia de un relato identitario compatible con la narrativa biográfica del cliente y la presencia de una emoción positiva y suficientemente relevante.

 

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Cambio personal, Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 09.02.2016

Transmitir un mensaje que promueva la reflexión y la acción dista mucho de ser una tarea sencilla. Se equivocan quienes piensan que enfrentarse a un público es únicamente una cuestión de atreverse o de disfrutar con ello. Hay muy pocas personas que tengan la capacidad de improvisar una conferencia de impacto, y por tanto la mayoría de ellas necesitan tener un guion, con su planteamiento, nudo, desenlace y sus correspondientes puntos de inflexión.

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Cambio personal, Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba, Psicología del éxito / 05.11.2015

Con la llegada de la economía de las experiencias algo cambió definitivamente en el mercado y consecuentemente en la arena empresarial. Los clientes pasaron de utilizar bienes a comprar productos, y de ahí a utilizar servicios. Y hoy día lo que buscan son experiencias. Por ello, los criterios de disponibilidad o calidad ya están superados, y la autenticidad es la palabra que define el criterio de compra, porque solo lo auténtico es potencialmente memorable. Los consumidores ya no compran productos o servicios por su valor económico o funcional, sino por cómo les hacen sentir.

En muchos restaurantes orientales al final de la comida es tradicional ofrecer a los clientes unas galletitas que tienen dentro un pequeño papel en el que supuestamente se les vaticina su futuro. La inmensa mayoría de las personas que acuden a estos restaurantes abren la galletita y leen lo que pone el papel. Estas galletas no son especiales ni por su valor nutricional ni por su sabor. Es más, es probable que muchas de las personas que las comen no las consideren particularmente interesantes. Es evidente que quien lo hace es debido al mensaje que contienen, a pesar de que nadie se cree que lo que pone realmente prediga el futuro. Pero el juego de la intriga y el hecho de compartir los mensajes crea un momento emocionante, diferente y divertido. Es en ese momento en el que aparece la experiencia que entrega el producto. Por eso la idea de que los clientes seleccionan las vivencias por cómo les hacen sentir se conoce con el nombre del principio de la galletita de la suerte. La cuestión es que esas experiencias guían el proceso a través del cual una marca pasa a formar parte del imaginario biográfico de los clientes, pasando a formar parte así de su identidad.

Los seres humanos describimos las experiencias verbalmente y, por tanto tras vivir una de ellas en una interacción con una marca, el cliente desarrolla una narración, una serie de palabras que utiliza tanto para explicarse a si mismo lo que ha ocurrido, como para explicárselo a los demás. Esa narración puede o no encajar con la trayectoria conceptual narrativa propia y previa del cliente, y por tanto tendrá o no un sentido para él. Los clientes tienden a utilizar productos o servicios que tienen que ver con su concepción del mundo y a rechazar los que no tienen que ver o son contrarios. No se trata de una cuestión de valor económico o funcional, y desde luego no se trata de un asunto de marketing o de calidad, sino de creación de sentido. Las vivencias que completan la forma en la que el cliente ve el mundo, es decir, las que tienen sentido para él, pasan a formar parte de su biografía. Por último, en la medida en que las experiencias generan suficiente intensidad emocional, acaban formando parte de su identidad. En suma, la trayectoria pasa por la vivencia de una experiencia que despierta una narración que crea o no sentido, y en la medida en que lo hace pasa a formar parte de la biografía y de la identidad del cliente, si es que posee suficiente carga emocional. Para que se ese proceso se lleve a cabo es necesario que las empresas comprendan que el diseño de experiencias es un terreno nuevo, caracterizado por la creación de vivencias dinámicas en las cuales están presentes los componentes cognitivo, sensorial y emocional.

Una disciplina orientada a crear puntos de contacto entre una marca y su cliente, puntos que definen la relación que existe entre ambos y que hacen que la experiencia sea auténtica, emocionante y memorable.

Artículo originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com

Ciencia y Management, El Economista, Jesus Alcoba / 17.02.2015

Un informe señala que los ciudadanos en los países desarrollados consumen en torno a cien mil palabras todos los días. Es tan obvio como omnipresente el hecho de que, incluso en una era tan audiovisual como la nuestra, la palabra sigue siendo el medio de comunicación y representación de la realidad más extendido. Sin embargo, es mucho más interesante analizar cómo encaja la palabra en la creación de valor.

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Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba / 04.03.2014

Cuando una persona lee o escucha algo su mente se activa y recrea su propia versión de aquello que está registrando. Si es una novela se imagina personajes y paisajes, si es una película evalúa posibles hipótesis sobre su posible evolución y desenlace final, y si es una conferencia elabora mapas de conceptos y relaciones. El ser humano es la única criatura conocida con la capacidad de utilizar significantes diferenciados que representan fragmentos de la realidad, y por eso algo tan aparentemente trivial como contar una historia resulta tan imprescindible hoy en el mundo de los negocios: porque si se hace bien, su trama penetra en la intimidad de la nube de relaciones de la persona que escucha, mezclándose en ella y contribuyendo a la construcción de sentido 

Una presentación, una conferencia o la descripción de un producto son arquitecturas narrativas efímeras, historias que, como todos los servicios, se consumen mientras se prestan, dejando únicamente el recuerdo de lo que fueron capaces de construir en la mente de quien las escuchó. Su complejidad, pero también su belleza, está en la manera en la que se entretejen con la audiencia provocando significados y despertando emociones. Por eso todo esfuerzo que se dedique a desarrollarlas será poco. 

Sabemos que el valor percibido de un producto o servicio se incrementa significativamente si va acompañado de una buena historia. Puede que en más de un dos mil por cien. Solo este asombroso dato es más que suficiente para plantearnos seriamente dedicar más tiempo y esfuerzo a crear estas arquitecturas narrativas que, si bien son efímeras, pueden tener un efecto contundente. 

Han hecho falta décadas de aplicaciones para hacer presentaciones para que nos diéramos cuenta de que, esta vez, el medio no es el mensaje, de la misma manera que han hecho falta décadas de efectos especiales en el cine para que nos percatáramos de que lo importante sigue siendo el guión. Ni la más sofisticada diapositiva ni el más complejo de los efectos especiales van a conseguir nunca conmover como lo puede hacer la ancestral capacidad del ser humano para contar una gran historia. En ese sentido tenemos que reconocer que la tecnología, que tantas bondades nos regala, está minando de manera importante nuestra capacidad para el storytelling. Pensamos que porque colocamos una gráfica de barras en una diapositiva ya está claro su mensaje, de la misma manera que creemos que porque rellenamos otra con una serie de bullets ya hemos conquistado a los que nos escuchan. Pero ni las gráficas de barras, ni los bullets, ni los esquemas que con tanto esfuerzo elaboramos dicen, por sí mismos, nada de lo que queremos decir. Porque son concretos y estáticos, y porque están aislados. Es posible que cuenten otras historias, pero no la nuestra. Necesitan del talento humano para cobrar vida, para relacionarse, para hincharse de valor y seducir al auditorio.  

La tecnología puede añadir eficiencia a la comunicación, pero la eficacia es otra cosa. Contar el qué, el cuándo, el cómo y, sobre todo, el por qué, todos ellos mezclados en una historia con introducción, nudo y desenlace, siguen siendo a día de hoy las claves de la comunicación eficaz, la que realmente logra impactar. Por eso todos los que tenemos que hablar en público deberíamos intentar, al menos una vez, crear una de estas arquitecturas narrativas efímeras sin soporte alguno más allá de nuestras palabras y gestos. Sólo así, liberados de la necesidad de producir una diapositiva tras otra, podríamos centrarnos plenamente en lo que queremos decir y a quién. La aparición de la imprenta en Europa hizo que las obras narrativas en prosa germinaran exponencialmente, y entonces descubrimos que los seres humanos somos geniales novelistas. Entre otras cosas porque todos sabemos contar bien la historia de nuestra propia vida, esa en la que siempre tenemos el papel protagonista. Lo único que tenemos que hacer es concentrarnos en utilizar ese talento en la creación de magníficas historias que conquisten a nuestro público.

Artículo originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com