Lo que las narrativas de cautiverio nos enseñan en los tiempos del coronavirus
Cada vez que tenemos que quedarnos encerrados en casa, en general por una enfermedad, comenzamos a hacernos preguntas: ¿en qué voy a ocupar mi tiempo? ¿acabaré aburriéndome? ¿voy a poder con esto? Todas ellas y muchas otras tienen que ver con la activación en nuestro cerebro de uno de los guiones universales más interesantes. Uno de esos argumentos esenciales que nos representan desde el origen de las civilizaciones y de los que podemos aprender mucho.
Desde tiempo inmemorial hemos participado de narrativas de cautiverio, de historias de náufragos y de leyendas sobre protagonistas atrapados en laberintos reales o mentales. Lo que todos estos relatos tienen en común es la misma sustancia que nos impregna cuando nosotros mismos estamos recluidos: una mezcla de falta de movilidad, incomunicación, restricciones alimentarias, inactividad y ausencia de rutinas. Y todo ello inflamado por los muchos cuestionamientos que nos hacemos sobre nuestra capacidad para superar el trance.
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