Ciencia y Management, Dirigentes, Jesus Alcoba / 21.04.2015

La productividad sigue siendo uno de los grandes retos de nuestra vida profesional. A veces sentimos que no abarcamos todo lo que nos gustaría, que la lista de tareas se descontrola, o que la bandeja de entrada se desborda. Con el advenimiento de una disrupción económica de extraordinarias proporciones, quizá equívocamente identificada al comienzo como una crisis más en el ciclo económico, nuestra vida se ha convertido en una montaña rusa de plazos, agendas, prioridades y prisas. En este contexto todos nos preguntamos cómo podemos ser más productivos y lograr nuestros objetivos.

Quizá fue el Renacimiento el primer momento en el cual la Humanidad volvió sus ojos al pasado para recobrar valores y concepciones de la vida que se consideraban olvidadas. Desde entonces encontramos siempre útil y provechoso retroceder décadas o siglos para buscar sabiduría en épocas pasadas. En el caso particular de la productividad, puede que lo que Miyamoto Musashi escribió a mediados del siglo XVII nos resulte inspirador.

Musashi fue uno de los samuráis más célebres, pues resultó vencedor en innumerables combates durante décadas. Pero, sobre todo, es conocido por el legado de su «Libro de los Cinco Anillos», un compendio de los conocimientos que deben caracterizar a un buen samurái. Entre ellos hay desde técnicas meramente instrumentales, como la manera correcta de empuñar un sable o la manera de ponerse en guardia, hasta cuestiones de corte más filosófico.

Una de las cualidades que para Musashi debía tener el buen samurái es tan simple como profunda, y encierra una competencia tan difícil de cultivar como provechosa para el éxito: no hacer nada inútil.

«No hacer nada inútil» es un pensamiento que encierra un concentrado de sabiduría y un claro potenciador de la productividad. Posiblemente si a lo largo de un día anotáramos todas y cada una de las ocupaciones en las que estamos involucrados, encontraríamos rápidamente que se pueden categorizar en tres tipos básicos: las tareas que están alineadas con nuestro rol y objetivos, y por tanto son útiles, las tareas en las que nos involucramos pero no tienen que ver con nuestra misión profesional o marca personal, y por último aquellas ocupaciones que son simplemente inútiles y nos hacen perder el tiempo. El pensamiento de Musashi viene a decir que lo que tendríamos que hacer es lograr que todas las tareas fueran del primer tipo. Es decir, intentar garantizar que en todos y cada uno de los minutos del día estamos haciendo algo que es útil, es decir, algo productivo y que tiene que ver con los objetivos últimos que pretendemos como profesionales.

Evidentemente verlo de esa manera puede inducir cierta presión porque parece deducirse que de lo que se trata es de dedicar todo el tiempo disponible a trabajar, pero en realidad la interpretación más sensata y útil no es esa, sino más bien prestar atención plena a lo que hacemos en cada momento y ver si está alineado con nuestros objetivos. Ese algo evidentemente puede ser trabajar, descansar, pensar o soñar. De lo que se trata es de que todos los movimientos de nuestra conducta sean intencionales y realmente estén conectados con lo que pretendemos en la vida o esperamos de ella.

 

Artículo originalmente publicado en: www.dirigentesdigital.com